Ante el 25 de noviembre “Día Internacional contra la violencia de género” que se conmemoran desde 1999 avalado por la ONU[1]. Quiero aportar, a título de ejemplo, evidencias de esta lacra en el Bueu del pasado, que espero no ilustren el presente, y mostrar la valentía para afrontar el problema de algunas mujeres, a pesar de vivir en una sociedad machista.
Para comenzar la petición de
divorcio (salida natural) que a todo
trance está dispuesta a enervar ante cualquier Tribunal competente ya que no
quiere y “no puede por más tiempo venir
soportando lo
maltrato frecuente que en su casa recibe” por parte de su
marido, suegra y cuñada[2] .
Esta decisión, siempre difícil, se ve complicada por la posición social de la
demandante y por las fechas de la que estamos hablando: verano del 1868 y mujer
de salazoneros (con varios almacenes o fábricas de salga en Marín, Bueu y
Beluso).
Varias más son las demandas de
separación y divorcio y todas ellas precedidas de execrables vivencias por
parte de las mujeres que las presentan. Tal es el caso también de Pilar X. X.
que en el noviembre del 1885 acusa[3] a su marido Antonio Z.Z. “por ser público y notorio le prodiga
constantemente maltrato de obra y de palabra más cruel, la amenaza con
frecuencia de privarle de la vida…”. Describiendo
a continuación actos vandálicos por parte de su marido que de no mediar otras
personas podrían haber acabado con su vida. En los hechos denunciados se
exponen hasta más de siete ocasiones de maltrato y de peligro para su vida en
la que había testigos que impidieron el fatal desenlace. Y como no podía ser de
otro modo (ya que se da en casi todos
los casos) el marido dice “que siempre la
había tratado con consideración y cariño no habiendo mediado más diferencias
entre los dos que esas pasajeras e insignificantes que ocurren en todos los
matrimonios y que dieron margen al adagio aquel ‘que no hay casa mantenida que no sea reñida’ Por lo tanto el
exponente no puede reconocer en su mujer derecho alguno para separarse de él,
puesto que no existe motivo de ninguna clase para caso tan extremo y lejos, de
eso llame hoy por hoy a su mujer al orden para que cese de promover actos de
esta naturaleza que tienen que redundar en perxuizo de ella y también de los
hijos…”.
¡Menudo elemento!
Y como un ejemplo más de las
múltiples casuísticas, decir que se da el caso[4] de
acusación a su marido por insultos e imputación falsas de incesto. Llegado
el momento conciliatorio previo a
entablar querella criminal para la solicitud de divorcio ambas partes reconocen
su culpa y provocaciones. El que “ambas
partes manifiestan que se perdonan recíprocamente” realizándose en el mismo
acto, en documento[5] extrajudicial, el reparto equitativo de sus
bienes[6]
Quiero expresar mi
solidariedad con todas las mujeres que sufren violencia de cualquier tipo
[1] Ya
que desde julio de 1981 el 25 de noviembre había sido declarado día
“Internacional contra la Violencia hacia mujer” en el 1º Encuentro Feminista de
Latinoamérica y del Caribe celebrado en Bogotá (Colombia).
[2] De
estas últimas, la parte del maltrato, “hasta el extremo de escasearle el
alimento y tener que mendigarlo fuera de casa”
[3]
Antes de interponer demanda de divorcio en el Tribunal Eclesiástico de la
ciudad de Santiago.
[4]
Como el ocurrido en la parroquia de Cela en los primeros días del año 1911.
[5]
Haciéndolo por duplicado y llevando cada un copia del mismo.
[6] Tanto parafernales y otros
de la esposa como de la Sociedad conyugal.
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