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lunes, 1 de mayo de 2023

Comenzamos hoy el mes de mayo; día en que el hinojo y las margaritas comparten protagonismo con el día del Trabajo. Mes este, que rematará con unas elecciones municipales y éstas, en stricto sensu, con la constitución de una nueva corporación.

Pues bien, este evento electoral me sirve de excusa para compartir otro secreto que el pasado de Bueu escondía en el saco del olvido.

Les voy a hablar de un pequeño grupo de alcaldes que presidieron Bueu en un pequeño espacio de tempo.  Estoy remontándome a 1868, año en el que el Sufragio censitario[1] fue sustituido por el Sufragio Universal (de hombres), de la revolución “Gloriosa” o del Pronunciamiento de Prim que daría con el final del reinado de Isabel II, con el gobierno provisional de Amadeo I de Saboya etc.

Todo esto ha tenido sus consecuencias en el ayuntamiento de Bueu...

Pero comencemos un año antes... El primero de enero de 1867 el alcalde saliente, Gabriel Estévez, toma juramento del cargo como nuevo alcalde a Manuel González Plá[2]. Se realizó con toda normalidad la toma de posesión para el bienio 1867-68, la misma que presidió algo más de año y medio, de lo que sería el segundo mandato de éste.

Pero a causa de los sucesos del mes de septiembre de 1868, coa sublevación militar, ayudados por civiles, muchas cosas cambiaron. En las principales ciudades del país se constituyeron Juntas para organizar la vida civil y tomar las riendas del poder. En Bueu, durante los primeros días de octubre el alcalde Manuel González Plá fue sustituido por un militar, el Ayudante de Marina, y Jefe de la Junta Local, Juan Medina Reina, que estuvo ejerciendo como tal hasta el día 6 en que el Gobernador, como presidente da Junta Provincial, nombró a Juan Domenech González.

A los 15 días ya mandaba otro Gobernador que, aunque Interino, envió un escrito al ayuntamiento de Bueu nombrando como nuevo alcalde a Juan Vergés Coll. Este acata la orden, pero solicita sea relevado por tener 68 años[3];  mientras tanto ejerce y firma como tal. 

Días después aceptada la dimisión, se nombra para substitirlo, antes de finalizar el mes de octubre, a Manuel Antonio Bares Fariña[4] que estaría hasta primeros de 1869, año que fue nombrado maestro de la escuela incompleta de niños de Cela.

 Todo un récord de alcaldes para un corto período de tiempo. Y, hasta donde conocemos ¡Único!... y como dice el lema de Fernando Miranda ... 

en Bueu, ¿Dónde iba ser?

  Alcaldes de Bueu en el mes de octubre de 1868:

Manuel González Plá

Desde 1-1-1867 hasta el 1-10-1868

Juan Medina Reina

Del 1 al 6 de octubre

Juan Domenech González

Del 7 al 23 de octubre

Juan Vergés Coll

Del 24 al 31 de octubre

Manuel Antonio Bares Fariña

Desde 31 de octubre hasta 1-1-1869



[1] Simplificando, con el Sufragio censitario solamente podían votar aquellos hombres que cumplían ciertas condiciones económicas (‘mayores contribuyentes’) o con ‘capacidad’ (médicos, curas, maestros, jueces etc.)   

[2] Manuel González Plá fue alcalde en cuatro ocasiones: 1863-64, 1867-68, 1873-77 e 1887-90.

[3] Por Ley se podía renunciar a cualquiera cargo público a partir dos 60 años.

[4] Pai de Matilde Bares, Manuel A. Bares, Francisco e Ramón Bares Giráldez.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

En las elecciones que iban a ser convocadas para finales de 1913 han tenido su preludio en las distintas prensas locales y nacionales. Ejemplo de esto podemos verlo, en el caso concreto de Bueu, en el periódico El Adelanto donde hace una presentación de sus "amigos" a las elecciones municipales bajo el título "De elecciones (consideraciones, consejos y comentarios). Y en la 2ª y 3ª páginas del mismo número 32 pone una circular del Nuncio apostólico a las Órdenes religiosas para darles instrucciones ante la participación política que puede ser interesante releer... por lo que la transcribo en su integridad:


Una circular del Nuncio
El Nuncio apostólico, monseñor Ragonosi, se ha dirigido a los superiores de las
Órdenes religiosas, trasladándoles las instrucciones de la S. C. De Religiosos, relativas a la conducta que deben observar los regulares de España, las cuales han sido comunidades por la secretaría de Estado de Su Santidad.
Dichas instrucciones son las siguientes:

1.º Como los religiosos deben merecer la confianza de todos los fieles, es necesario que no se interesen por ningún partido político, sino que estén y se muestren ajenos y superiores a todo partido.
Los superiores mayores de Órdenes y de Institutos religiosos pondrán especial diligencia en que sus respectivos súbditos:
a.   Se abstengan de polémicas y disputas meramente políticas.
b.    No se ocupen de la política en la dirección espiritual de las almas ni en la predicación, y esto con tanto mayor motivo, cuanto que en tal concepto han tenido lugar no pocos avisos; y
c.   No fomenten los choques o discusiones interiores causadas por pasiones políticas.
2.º Los superiores deberán tener presente que algunos religiosos, son insignes, pero de diversas tendencias políticas, dando consejos frecuentemente contradictorios a católicos eminentes, causan daño y confusión en la orientación político-religiosa de España.
3.º Procuren los superiores mayores que en las revistas ascéticas, tan numerosas en España, no se aluda a personajes políticos, no se trate de asuntos políticos; de tal suerte, que leídos por los adversarios, y tal vez hasta en las Cámaras, puedan suscitar odios contra los religiosos y promover contra ellos medidas de rigor.
4.º En la Sociología vean la manera de refrenar los ardores de aquellos que quisieran imitar a los célebres abates democráticos de Francia y Bélgica, tanto más, cuanto que el prurito de introducir en España todo lo que viene del extranjero es cosa muy peligrosa, como ya advirtió en carta de la secretaría del Estado al obispo de Madrid.
5.º Vigilen el "bizkaitarrismo" de algunos religiosos vascongados, los cuales, con esa actitud "separatista", no solo pierden el espíritu de la Orden, sino que se hacen odiosos al Gobierno y a la nación.
Conviene que vigilen también el "catalanismo", aún cuando en este último parece notarse menos falta de prudencia y moderación.