sábado, 1 de septiembre de 2018


Antes de entrar en materia veremos brevemente los orígenes de una capellanía, la de Santo Domingo en la iglesia de Beluso. Fundada por el natural de Cela, D. Domingo Piñeiro Blan
co, presbítero también de Beluso, el 16-10-1729 ante el escribano Tomás de la Rúa y Freire que consistía en una capellania titular y de padronazgo lego constituida bajo la advocación de Stº Domingo (en el lateral de Ánimas al lado del Evangelio) que tenía una misa rezada perpetua al alba todos los domingos y festivos, dotándola con bienes suficientes para a sustentación del capellán y hasta para que pudiesen ser ordenados sacerdotes (los que no lo eran)... y preferentemente ocupada, a propuesta de los patrones “por ser Parientes del propio fundador”.
 Así llegamos al 29-5-1788 en que la ‘Patrona’ en ese momento, Gertrudis Pastoriza nombra, ante el escribano de Sta Cristina de Cobres, Antonio Jacinto de Arsaujo, a José Sebastián Fernández Regueiro, presbítero y vecino de Beluso como capellán llevador de los bienes y rentas de la obra pía que bajo la advocación de Sto. Domingo fundara Domingo Piñeiro.
Hasta aquí todo sería normal si no apareciera en escena el recién nombrado Teniente cura de Beluso, Benito Riobó, quien reclama la capellanía al considerar que le correspondía legalmente por ser nieto de un pariente del fundador.
Ante las reticencias por parte del capellán José Sebastián, pues este ya llevaba una docena de años ejerciendo como tal, hacen que en mayo de 1800 Benito Riobó, decida dar el paso de querellarse para reclamar la capellanía. Para lo cual da un Poder, ante el escribano Pascual de Juncal, a un procurador de A Coruña llamado Andrés López Couto  para que litigue en su nombre contra Joseph Sebastián Fernández Regueiro.
El argumento más válido utilizado en la querella era que Benito Riobó justificaba su ascendencia como nieto de Domingo Piñeiro de Castiñáns, vecino de Cela y nombrado como pariente por el fundador de la capellanía, razón más que de peso por lo que se consideraba su legítimo heredero:


Ante esta actitud firme, beligerante y, sobre todo, fundada, el demandado José Sebastián decide hacer cesión de la capellanía a Benito Riobó Piñeiro evitando así la contienda judicial. Lo hace cuatro meses después de la demanda, concretamente el 5-9-1800 y ante el mismo escribano, Pascual de Juncal, poniendo fin de forma civilizada a una disputa interna de curas de una misma parroquia por intereses de una capilla.
Archivo H. Provincial de Pontevedra. Escrib. Pascual de Juncal. Fecha 15-5-1800 F.18

Archivo H. Provincial de Pontevedra. Escrib. Pascual de Juncal. Fecha 5-9-1800 F.21



sábado, 18 de agosto de 2018


Las burlas, chanzas, mofas, chufas, acoso, etc. por desgracia ocurren en todas las épocas y lugares y siempre con dolor para e vejado. Aunque estamos en el verano, y a modo de contrapunto, esta entrada del blog quiere sugerir para la reflexión un ejemplo de “broma trágica” con resultado luctuoso.
A finales de noviembre de 1920 aparece en la primera página del periódico madrileño La Acción una noticia acontecida en Beluso. Lo que le ha dado relevancia de carácter nacional a un desgraciado “accidente” en el rural gallego. La noticia apareció tal como puede verse en las imágenes y que a continuación transcribo:
Broma trágica
Vigo, 26. En el pueblo de Beluso aconteció, originándolo una broma, un suceso sangriento que costó la vida al joven de quince años Antonio Miranda Martínez.
El hecho fue así: Regresaban de pescar varios marineros. Bromeaban éstos con su compañero Benito Dávila González. Este, indignado, cogió del suelo una piedra de bastante tamaño y la arrojó con fuerza contra el grupo de pescadores.
La piedra hirió al joven Miranda en la cabeza, de tal gravedad, que falleció poco después.
Según el dictamen facultativo, la piedra le había partido el cráneo.
Dávila ingresó en la cárcel.

miércoles, 1 de agosto de 2018

En carta dirigida al Alcalde-Presidente del Ayuntamiento de Bueu por el Comandante Militar de este puerto, Gonzalo Torrente solicita un puesto de vigilancia y escucha en un local del Ayuntamiento de Bueu y lo hace tal como transcribo:

“Dispuesto por la Superioridad poner en ejecución el reglamento del Servicio Antiaeronáutica, y designado el personal de milicias que ha de componer el grupo de vigía o escucha en esta villa (pueblo polígono), en servicio permanente, se necesita un local adecuado provisto de teléfono y de horizonte despejado. Y reuniendo el edificio de ese Ayuntamiento de su digna presidencia las condiciones adecuadas para la instalación de tan importante servicio de guerra, ruego a V. tenga a bien manifestarme, urgentemente, si, desde luego, puede esta Comandancia Militar contar con la cesión de esa Casa Consistorial al objeto expresado. Dios guarde a V. muchos años.
Bueu 12 de julio de 1937
El Comandante Militar
(firma: Gonzalo Torrente)

La resposta, por parte del alcalde fue positiva y tenía como borrador este párrafo que transcribo literalmente:
“Considerando a lo interesado por V.  en comunicación   de esta fecha, me es grato participarle que en la parte alta de la consistorial antigua a en las azoteas de la misma, y en comunicación con ellas, existe un local que puede ser utilizado por ser el más adecuado, puede utilizarse para el servicio de vigía y escucha que precise el Reglamento de antiareonáutica y que a tal fin se ha interesado con fecha día Representante la compañía de teléfonos, lo instalarán urgente de un aparato en dicho local.”

sábado, 14 de julio de 2018


Hoy veo en el Facebook de Fernando Miranda avisándonos de la luctuosa noticia de la muerte de Paco Costas. Para mí fue una sorpresa, aunque esperada, pues le seguía la pista desde que en una entrevista realizada por Montse Carneiro en la misma La Voz de Galicia en el mes de noviembre de 2003 en la que me había llamado la atención una de las preguntas que le hacían: - ¿De dónde vienes?  Y él le respondió: -De las zapatillas de goma de neumático que gastaba en la guerra, ja ja; mi madre, que era una gallega de armas tomar, conducía un Citroën hasta el Frente de Guadalajara. Luego...
Esa respuesta con tanta ironía hizo que me preguntara: ¿Y si fuera de Bueu?
Tras una serie de pesquisas, no muy largas, di con un posible documento en el que aparecía un tal Francisco Costas Verde.  Preguntando pude encontrar un amigo que algo le sonaba el nombre y preguntó a unos parientes hasta confirmarlo como la misma persona. Me puso al tanto de algunas cosas que me permitieron ir completando poco a poco una pequeña ficha de su relación con Bueu entre las que resaltaría que aunque su padre, Serafín Costas Bacelar, era un marinero natural de Aldán, había casado en Bueu con Carmen Verde Troncoso y vivían en el lugar de La Graña cuando el día 10 de noviembre de 1931 nació su hijo Francisco. Como su padre estaba en el mar, dos días después se acercó una tía materna del niño, llamada Dolores, a inscribirlo en el Juzgado. Como curiosidad decir que firmaron como testigos el Depositario y Administrador del ayuntamiento de Bueu, Ricardo Gómez Buceta y Francisco Franco Miranda.
Francisco Costas Verde, célebre como Paco Costas, fue un reconocido experto en seguridad viaria y motor, sobre todo a partir de los programas «La segunda oportunidad» (1977), «Todo es posible en domingo» (compartido con Tip y Coll, entre otros), «Grand Prix: Así es la Fórmula 1», etc. en los que era director, guionista y presentador.
Su amplio currículo se puede buscar en internet. Lo que ahora queremos es manifestarle nuestro pésame a la familia desde el pueblo donde nació. D. E. P.

jueves, 5 de julio de 2018

Desde los años veinte del siglo pasado el santoral bueués tiene un santo más. Conocido por todos sus dvotos como San Vir-Elas. Hasta la eliminación del local “Círculo Náutico de Bueu” presidió una de sus paredes en un cuadro que se le atribuye al eximio dibujante Federico Ribas. El cuadro pintado con técnica de tinta y grafito sobre papel de 60 x 43 cm, actualmente en los depósitos del Museo Massó de Bueu.
Hace años el poeta Luís Ríos Dopazo escribió sobre el origen de San Vir-Elas y este es el documento que les transcribo a continuación para que aquel que no lo conozca decida ponerlo o no en su lista o santoral particular:
 "Hoy en día aún podemos decir que, sin pensar en ello, nos sale para fuera una devoción para poner delante de las brujas y los duendes, vagando por caminos y encrucijadas, velas y candiles para hacerle dar vueltas. Por ello, creo que mi historia es auténtica del país gallego, aunque mezclada y llena de paganismo celta.
Copia cedida por Manuel Aldao
Esto aconteció cuándo en una partida de dominó hay uno de los jugadores que no le va la buena y al lado de él está un hombre como Federico Ribas. Este había nacido en Vigo en el 26 de noviembre de 1890 y tenía la reputación de ser hombre muy culto y de mucha repercusión pues en su tiempo destacaba como dibujante tanto en las Américas como en España. En Francia llegó a ser director artístico de la revista parisina ‘Mundial’; trabajó en ‘Elegancia’ y también colaboró en la ‘Le Rire’, así mismo en otras editoriales.
Pues bien, este Federico Ribas pasaba los veranos en Bueu ya que un gran compañero del señor Gaspar Massó. Federico después de terminar de comer acompañaba al señor Gaspar al Casino a tomar café y presenciar la partida de dominó. Era el Ribas un espectador muy atento, oyendo y imaginando sobre lo que decían los unos y los otros sobre el juego.
Un día sucedió una cosa extraordinaria, que motiva de que hoy yo pueda hacer la historia que estáis a leer. Todo sucedió así, y de eso, humildemente, damos testimonio para la historia
Uno de los jugadores, Barreiro el de la Bomba, pues por tal era conocido en el pueblo ya que usaba dicho instrumento para despachar gasolina, coincidió que tenía mala suerte en el juego –‘no le iban’-; siempre llevaba malas fichas, lo ahorcaban los dobles, y el bueno del hombre, cuando alguien le decía:
- ¡Muy mala suerte tienes, Barreiro!
Él siempre respondía:
- San Vielas.
La cosa estaba hecha. El genio creativo del Ribas, que escuchaba callado, hizo y se encargó del resto. Un día llegó al Casino con un dibujo que podéis mirar aquí al lado. Yo hasta creo que se parece un poco al señor Barreiro. El dibujo representa ‘San Vir-Elas”. El ‘Santo’ además de la corona tiene unos pelos y barbas fenicias, en la mano izquierda una taza de café humeante y en la derecha un bastón de peregrino donde prende la soga que ahorca el miserable seis doble, ingrato y desagradecido ser de las partidas de dominó, de extraña cabeza, ojos cerrados y brazos de pollo muerto.
Como todo “santo” que se respete tiene la cintura de cuerda y en un extremo le cuelga y pende una cabeza de ajo, remedio probado contra las brujas.
En otro lado tiene un llavero donde cuelga un aviso de la mayor importancia para los devotos: “Cerrad sin preguntar”. Primera orden del “San Vir-Elas”, creo yo, a todos los jugadores de dominó y que procuraran ahorcar el seis doble. No podían faltarle a nuestro santo “un par de ángeles revoloteando y la serpiente pecaminosa”.
Cuando el “San Vir-Elas” estuvo entronizado en el Casino enseguida los devotos del pueblo comenzaron a traerle ofrendas para que les diera suerte en el juego. Unos traían un tomate, otros una cebolla, pero siempre eran los mejores productos de la huerta pues el irónico “San Vir-Elas” no se dejaba engatusar por cosa ruin.
Según los más eruditos investigadores del “santo”, el primer milagro suyo lo realizó con el compañero Américo, buen hombre y mejor ‘pieza’. El Américo es buen católico; va a misa y confiesa, como todo católico, una vez por año sí no hay peligro de muerte, que en cuyo caso lo hace cuantas veces haga falta.
Un día, según él me contó, estando soltero, acompañando a su novia a casa vio un limonero extraordinario, propiedad de la madre de la chica, con unos limones de mucho cuidado. Jugando con la suerte, robó un limón y se lo llevó al “San Vir-Ellas”. Ofrecer el limón y tener suerte en el juego fue todo uno. Él no cree en las brujas, pero ese día jugando el julepe fue la primera vez en su vida que ganara tanto dinero. Y dicen que gritó:
-“San Vir-Ellas, yo no creo en las brujas, pero desde este momento en ti confío”.
Fue pasando el tiempo y la devoción al “San Vir-Elas” fue decayendo. El santito miraba salir y entrar a la gente en el Casino, pero nadie pedía un deseo. Eran tiempos malos hasta para los santos, pero el “San Vir-Elas” sabe esperar. En efecto, un buen día una pandilla mirando al “santo” lleno de telas de araña decidieron limpiarle el polvo y el barro; lo dejaron nuevo de estreno. Luego, propusieron de común acuerdo hacer algo por él.
¿Respetar la tradición? ¿Organizar alguna cosa nueva? Vencieron los innovadores, los de esperanza en el futuro; había que sacar al “San Vir-Elas” a tomar el sol un poco, pues ya hacía mucho tiempo que no había visto el sol lo pobre del santo. Cosa hecha. La semana siguiente de la fiesta de Santiago en el monte Hermelo, hicieron sus devotos una fiesta campestre allá arriba con todo el boato necesario. Bien, no penséis mal. No hubo misa, pues los santos castizos no están canonizados. Sin embargo, la romería fue de mucho bombo. Tocaron los gaiteros del Ayuntamiento, hubo sardinas y costillas de cerdo asadas con vides de viña y ‘carozo’ de maíz, como en los viejos tiempos. Todo fue mezclado con el buen vino de Cela y daba placer mirar a todo el mundo saltando al son de las muiñeiras y la gente gritaba y gritaba hasta el cielo como diría Castroviejo.
Desde aquella, el “San Vir-Elas” tiene su fiesta en la primera semana de agosto. Yo espero el día en el que el “San Vir-Elas”, aunque sea quedando en la puerta de Iglesia, tenga su misa a pesar de su casticismo, y a quien el pueblo se lo dio el Señor se lo bendiga.
Escrito por el devoto de “San Vir-Elas”
LUÍS RÍOS DOPAZO