Vamos a comenzar
con la ‘desescalada’ de este largo confinamiento causado por la pandemia del COVID-19.
Esto me da pie para, usando términos del momento, “desescalar en dos fases”
y así poner remate, cuando menos por ahora, a las Entradas del blog dedicadas a
enfermedades epidémicas o endémicas de Bueu.
Esta primera
fase la haremos con la Tuberculosis, también conocida de antiguo como ‘tisis’. Es
una enfermedad bacteriana (Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch)
que ataca en la mayoría dos casos a los pulmones, pero puede hacerlo destruyendo
o deformando las células de otros órganos como intestino, riñones, huesos, etc.
La
incidencia general de esta enfermedad en el Bueu de la primera mitad del siglo
XX ha sido relativamente pequeña, ya que ha causado un 7,5% de las muertes. Si
cuantitativamente fue poco relevante, el impacto social ha sido muy alto, dado el
grado de contagio y el miedo que esta enfermedad provocaba.
No era
de extrañar que se demandasen públicamente medidas para la prevención de contagios
de esta enfermedad como la de la revista inglesa ‘Hospital’ (1903)[1] que
proponía tres: Obligación del médico de informar de los casos detectados, aislamiento
de los enfermos avanzados y “hacer comprender a público en general, la idea
de que dicho mal es infeccioso”. Demandas que calaron en las autoridades de
la época hasta tal punto que vemos en el Boletín Oficial, Gaceta de Galicia
(6-10-1903), como se le daba un plazo de 15 días para que las Juntas Locales de
1ª Enseñanza adquiriesen carteles contra la tuberculosis para repartir por las escuelas.
En cuanto
a la incidencia más fuerte de la tuberculosis en el ayuntamiento de Bueu, en el
período estudiado, la tenemos nada más iniciar el segundo tercio que puede llegar
hasta el 12% del total de las enfermedades. Serán los años 1916 y 1922 los picos de la
curva que podemos ver en la gráfica[2].
En cuanto
a los tipos de tuberculosis, para el caso de Bueu habría que considerar como
media un 76,3% para la llamada Tuberculosis pulmonar, un 18% para T.
intestinal, un 2,6% para T. laríngea y un 3,1% para otras, o para las no especificadas.
Para el
tratamiento de estos enfermos en el 1er decenio del s. XX se iniciaron
adaptaciones o nuevas construcciones de centros en lugares donde tenían
características especiales de salubridad como la pureza del aire, la facilidad
de tomar el sol, el aire/agua de mar, etc. En nuestro contorno teníamos el
Sanatorio Marítimo de A Lanzada donde el tratamiento principal era heliomarino
(sol y mar). A muchos de los pacientes que no tenían recursos económicos se les
facilitaba el acceso a estas terapias con las ayudas, principalmente de la Diputación
a propuesta de los ayuntamientos en los que éstos residían. El filtro de
entrada para recibir tratamiento heliomarino era dado por el Director del
centro aduciendo criterios médicos. Ejemplo de esto en el que se ha visto
involucrada una persona de Bueu y lo tenemos reflejado en el Acta de la sesión
del 22 de enero de 1943 donde se constata el acuerdo del ente provincial con el
Director del centro de la Lanzada por el que este acepta a 6 enfermos y deniega
a otros tres, entre los que estaba la bueuesa María Mxxxxx Gxxxxx, por padecer,
curiosamente, “un proceso tuberculoso de pulmón”[3].
Aunque ha sido en 1944 cando Waksman descubrió
el antibiótico conocido como estreptomicina, primer gran aliado para ayudar a
combatir la terrible enfermedad, no sería hasta el año 1951 cuando se empezara
a utilizar en España y por lo tanto a bajar el número de fallecidos a números
poco significativos.
Con el paso
del tiempo se generalizaron en la población pruebas de sangre o, la más común, “pruebas
cutáneas de la tuberculina o Mantoux” que dieron también un gran golpe a la
Tuberculosis al ser un marcador muy útil para detectar previamente si se está
infectado da mesma (de forma latente o padeciéndola) o indicando de que sea
probable que non o se esté infectado. Está prueba se vino realizando a través
del tiempo a gran parte de la población ya fuera en los ayuntamientos, en centros
de trabajo (grandes empresas) y en los centros de Enseñanza (en Bueu se realizaron
por última vez a finales de los años noventa del siglo pasado).
Queda en
el recuerdo de nuestros mayores el miedo del “pulmón”, expresión que se
refería a la Tuberculosis pulmonar, y a su contagio que al igual que otras
epidemias en la casa que entraba, segaba muchas vidas. También se acuerdan que los
niños sanos eran separados dos sus familiares enfermos y de que las viviendas eran
desinfectadas tras el parte médico comunicando la defunción a la alcaldía. De ello
tenemos constancia, no solamente en los casos de Tuberculosis sino también por
otras enfermedades infecciosas como o coqueluche, sarampión, ... Como ejemplo
para Bueu, el oficio que el Jefe de la Inspección de Sanidad Provincial, 25 de junio
de 1928, manda al ayuntamiento indicándoles la remesa por el coche de línea de un
cajón con desinfectantes y el compromiso de si se necesitasen más los expediría
lo más rápido posible.
[1] Publicado por el periódico lucense La
idea moderna el 19 de mayo de 1898.
[2] La metodología empleada fue la de elegir
al azar un año, salió el 1904, y un número del 1 al 10, salió el 6. Lo que hice a continuación ha sido partir del
año 1904 para anotar el número de fallecidos por esta enfermedad. Repitiendo
este procedimiento en cada uno de los años, de 6 en 6, a un universo que abarca
la totalidad de los 1.309 fallecidos en esas fechas.
[3]
Recollían aos que tiñan posibilidade
de curación polo que se a fase do padecemento da enfermidade era avanzado se
rexeitaba ao paciente.
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