domingo, 1 de diciembre de 2019


Hace unos días, el 25 de noviembre, se reivindicaba en todo el mundo la Eliminación de Todas las Formas de Violencia contra las Mujeres, venga de donde venga. Fundamentalmente esta violencia tiene connotaciones sexuales y es ejercida por elementos del género masculino, pues así lo avalan los datos estadísticos, judiciales, la voz de la calle, etc. Cierto es que, aunque porcentualmente irrelevante, también se da entre las mujeres.
A pesar de que soy remiso a dar cualquier tipo de información que pueda ser mal interpretada, y menos calificarla, pongo por delante mi solidaridad con las personas que en algún momento sufrieron, sufren o sufrirán cualquier tipo de violencia.  
Con lo que se describe en la noticia que presento hoy, es preciso ser cauto en las calificaciones y conclusiones pues desconocemos (sino lo pondría) la sentencia judicial o resolución final de la denuncia. Unos, como la prensa de la época, dicen que es abuso, otros diríamos violación, agresión sexual, etc.
Pero quiero introducir un elemento que no está contemplado en la narración, y que podría servir como una variable más para la reflexión. Tal es que haya sido el resultado de componentes atávicos en respuesta a una enfermedad, la epilepsia, que en la cultura popular todavía en esa época la consideraban “demoníaca” o como una “enfermedad de la cabeza” que, según la edad y sexo del paciente tenía unos remedios u otros.
Si quien la padecía era un joven, como es el caso, aparte de la posible utilización de sortilegios y amuletos, pócimas y rituales más o menos ...." y pensaban que “dado que sufren cambios que se cumple en el útero ... en el mismo acceso hay que sacar sangre de la vena ...” y cuando haya actuado la “cacoquimia, la obstrucción” hay que provocar el vómito, etc.  
Dejémonos de especular y conozcamos los hechos cuando menos de la mano del corresponsal de prensa:

“Un caso de salvajismo”
En la playa de Beluso se ha cometido un hecho, que por las circunstancias que lo rodean está siendo objeto de los más duros comentarios y que al ser conocido aquí, ha producido general indignación.
Según hemos podido investigar, lo sucedido es lo siguiente:
Trabajadores y familiares de Clemente Lago - Beluso
Carmen P. F. es una agraciada muchacha de unos 17 años de edad, que trabaja como operaria en la fábrica de salazones y conservas que don Clemente Lago posee en Beluso.
El viernes último, mientras se dedicaba a sus habituales faenas en dicha fábrica, sufrió un ataque epiléptico, y fue conducida a un departamento próximo, donde quedó al cuidado de cuatro compañeras para que la sujetaran y atendieran.
Nada más se supo aquel día, después de haber recobrado el conocimiento la paciente, pues ésta nada manifestó a su familia al observar ciertas señales en su cuerpo, unas por producirle vergüenza y otras por creer que eran ocasionadas por los golpes consiguientes al ataque sufrido; pero el sábado fue víctima de un segundo ataque en la misma fábrica y al atenderla debidamente, quedaron al descubierto algunas huellas de haber sido maltratada.
Desde aquel momento, las suposiciones que se hicieron señalaban como causantes de las lesiones a las cuatro obreras que asistieron el día anterior a la infeliz muchacha y los rumores se fueron extendiendo y tomando cuerpo hasta llegar a oídos de la tía de Carmen. Josefa F…, vecina del lugar de Sar, Beluso, la cual vino a denunciar el caso al Juzgado municipal.
El digno juez señor Prieto García, ordenó inmediatamente a la Guardia civil de este puesto, la detención de ocho obreras, entre las que se suponía se encontraban las autoras. Esta detención se llevó a efecto en la mañana de ayer, por el cabo señor Mondino y el guardia señor Rodríguez Conde.
De las primeras declaraciones prestadas por las detenidas se decretó la libertad de Ramona F., Herminia M., María O., una tal Consuelo e Isolina C., sobre las que no apareció cargo alguno, quedando detenidas y a disposición del juez de Instrucción del Partido, Teresa M., como autora de las lesiones y abusos deshonestos, Carmen D. y Rosario O., como cómplices, todas vecinas de Beluso.
En los alrededores del Depósito Municipal se aglomeró numeroso gentío que condenaban acremente este insólito y repugnante hecho, pidiendo al mismo tiempo un castigo ejemplar para estos seres; vergüenza de un pueblo culto.”
El Pueblo gallego, 27 agosto 1925 pág. 5 

Diario de Pontevedra do 27 de agosto de 1925 pág. 2