viernes, 1 de noviembre de 2019

Estamos en Santos y recordamos, cada quién a sus seres queridos que se fueron...
El otro día el mar se cobró lo que unos llaman “su tributo”, lo que viene a ser una vida más...
Hablando de estas cosas con un grupo de amigos les comentaba algunas de las muertes que se lleva el mar y que me dejaron huella. Y eso es lo que me he decidido compartir con todos, por lo menos una de esas historias...

 
La muerte de 5 vendedoras de pescado de Bueu (1 de abril de 1879):

Desde Marín salieron, en un bote de remo, dos marineros y 5 pescantinas que volvían a su casa luego de vender el pescado. Llegados a la isla del Santo un golpe de mar le anegó el barco y los lanzó contra unos bajos que allí había. Cayeron todos al agua. El patrón pudo agarrarse al bote.
Vistos desde tierra por un hombre y dos mujeres, arriesgando sus vidas, salieron estos en otro bote desde la playa del Santo para rescatarlos. Sólo pudieron salvar al patrón. A los demás no los encontraron hasta que al día siguiente aparecieron 3 de los ahogados en la playa.
La noticia conmocionó a toda la gente de los pueblos de la Ría, pero el dolor se incrementó al darse la circunstancia de que el marinero ahogado y una de las mujeres eran matrimonio que dejaban huérfanos a cinco hijos pequeños. 


Aclarar que de todas las muertes de las que somos, o no, conocedores dejan un vacío. Se sienten cómo se hubiera un circuito social localizado que borra para siempre una parte de ese ‘disco duro’ grabado de vivencias, conocimientos y un largo etc. que nunca más recuperaremos.