Conocido por todos es que este año el Día de las Letras
Gallegas estuvo dedicado a D. José Filgueira Valverde. Ahora que pasó la vorágine
de actividades, loas, ultrajes, ... quiero poner dos pinceladas relacionadas
con el “viejo profesor” con la única intención de que sirvan como pequeños recuerdos.
Carballeira hizo una reducida recensión de su libro “El baldaquino en Galicia antes del arte
barroco” que Filgueira había escrito con Fernández Ojea. A dicho fascículo
lo cataloga de un “hondo valor pedagógico”.
Y remata diciendo que sirve para mostrar fuera de Galicia que aquí tenemos
gente que se preocupa por estudiar “lo
que somos y lo que tenemos en nuestra tierra.
Nos parecen esta
labor fundamental para echar raíces de una nueva Galicia, porque un pueblo
comienza por asentarse históricamente cuando discurre su pensamiento
científicamente, sobre el camino de la razón, donde las cosas son tal como son
y se sabe por que.
Los señores
Filgueira y Fernández Ojea pusieron con su obra un hito más en nuestra nueva
cultura”.
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A D. José Filgueira lo recuerdo como profesor en su etapa
de Procurador en Cortes. Cito esto último porque en la osadía rebelde cuando
chico se lo recriminé sutilmente para, rápidamente y ante su reacción nerviosa,
tornarlo en justificaciones de utopías personales que le agradaron más del
previsto y me valieron un reconocimiento inmerecido a lo largo de mi etapa en
el instituto. Fruto de esa consideración fue que habiendo rechazado su
propuesta de ser Estrepsíades o Sócrates,
en la obra Las nubes de Aristófanes,
no lo pude hacer con el papel del “Racionamiento Justo” lo que me permitió
conocer a una persona, que con todas sus contradicciones, tomó el rol de profesor-guía
que, a la vez, imbuía de una cultura sin fronteras.
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