Hace unos días, el 25 de noviembre,
se reivindicaba en todo el mundo la Eliminación de Todas las Formas de
Violencia contra las Mujeres, venga de donde venga. Fundamentalmente esta
violencia tiene connotaciones sexuales y es ejercida por elementos del género
masculino, pues así lo avalan los datos estadísticos, judiciales, la voz de la calle,
etc. Cierto es que, aunque porcentualmente irrelevante, también se da entre las
mujeres.
A pesar de que soy remiso a dar cualquier
tipo de información que pueda ser mal interpretada, y menos calificarla, pongo
por delante mi solidaridad con las personas que en algún momento sufrieron, sufren
o sufrirán cualquier tipo de violencia.
Con lo que se describe en la
noticia que presento hoy, es preciso ser cauto en las calificaciones y conclusiones
pues desconocemos (sino lo pondría) la sentencia judicial o resolución final de
la denuncia. Unos, como la prensa de la época, dicen que es abuso, otros
diríamos violación, agresión sexual, etc.
Pero quiero introducir un elemento
que no está contemplado en la narración, y que podría servir como una variable
más para la reflexión. Tal es que haya sido el resultado de componentes
atávicos en respuesta a una enfermedad, la epilepsia, que en la cultura popular
todavía en esa época la consideraban “demoníaca” o como una “enfermedad
de la cabeza” que, según la edad y sexo del paciente tenía unos remedios u
otros.
Si quien la padecía era un joven,
como es el caso, aparte de la posible utilización de sortilegios y amuletos, pócimas
y rituales más o menos ...." y pensaban que “dado que sufren cambios que se cumple en el
útero ... en el mismo acceso hay que sacar sangre de la vena ...” y cuando haya
actuado la “cacoquimia, la obstrucción” hay que provocar el vómito, etc.
Dejémonos de especular y conozcamos
los hechos cuando menos de la mano del corresponsal de prensa:
“Un caso de
salvajismo”
En la playa de
Beluso se ha cometido un hecho, que por las circunstancias que lo rodean está
siendo objeto de los más duros comentarios y que al ser conocido aquí, ha
producido general indignación.
Según hemos
podido investigar, lo sucedido es lo siguiente:
Trabajadores y familiares de Clemente Lago - Beluso |
El viernes
último, mientras se dedicaba a sus habituales faenas en dicha fábrica, sufrió
un ataque epiléptico, y fue conducida a un departamento próximo, donde quedó al
cuidado de cuatro compañeras para que la sujetaran y atendieran.
Nada más se
supo aquel día, después de haber recobrado el conocimiento la paciente, pues
ésta nada manifestó a su familia al observar ciertas señales en su cuerpo, unas
por producirle vergüenza y otras por creer que eran ocasionadas por los golpes
consiguientes al ataque sufrido; pero el sábado fue víctima de un segundo
ataque en la misma fábrica y al atenderla debidamente, quedaron al descubierto
algunas huellas de haber sido maltratada.
Desde aquel
momento, las suposiciones que se hicieron señalaban como causantes de las
lesiones a las cuatro obreras que asistieron el día anterior a la infeliz
muchacha y los rumores se fueron extendiendo y tomando cuerpo hasta llegar a
oídos de la tía de Carmen. Josefa F…, vecina del lugar de Sar, Beluso, la cual
vino a denunciar el caso al Juzgado municipal.
El digno juez
señor Prieto García, ordenó inmediatamente a la Guardia civil de este puesto,
la detención de ocho obreras, entre las que se suponía se encontraban las
autoras. Esta detención se llevó a efecto en la mañana de ayer, por el cabo
señor Mondino y el guardia señor Rodríguez Conde.
De las
primeras declaraciones prestadas por las detenidas se decretó la libertad de
Ramona F., Herminia M., María O., una tal Consuelo e Isolina C., sobre las que
no apareció cargo alguno, quedando detenidas y a disposición del juez de
Instrucción del Partido, Teresa M., como autora de las lesiones y abusos
deshonestos, Carmen D. y Rosario O., como cómplices, todas vecinas de Beluso.
En los
alrededores del Depósito Municipal se aglomeró numeroso gentío que condenaban
acremente este insólito y repugnante hecho, pidiendo al mismo tiempo un castigo
ejemplar para estos seres; vergüenza de un pueblo culto.”
El Pueblo gallego, 27 agosto
1925 pág. 5
Diario de Pontevedra do 27 de agosto de 1925 pág. 2 |
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