Puede que muchos de vosotros nunca hayáis
oído hablar de Darío Lameiro.
Darío Lameiro Sarachaga (1849-1928) era
un empresario vigués que tenía[1]
dos fábricas-almacén de salazón en la Playa de Beluso y otra en Balea (Cangas),...[2]

Avisada la Guardia Civil ésta le
aconsejó seguir las instrucciones de la nota pero no sin antes apostarse cuatro
guardias civiles en distintos puntos para vigilar la recogida de la caja con el
supuesto botín.
Efectivamente, fue sorprendido “in
fraganti” el extorsionador que vino a ser un padre de familia -tenía cuatro
hijos-, vecino de Bueu que, desesperado por las penurias familiares, lo llevó a
maquinar tal delito.
El Sr. Lameiro conociendo las circunstancias
que condicionaban al autor de este acto quiso perdonarle y que lo dejasen en libertad. Pero la Guardia Civil no lo
consintió y lo puso la disposición del juez municipal de Cangas.
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