El amigo Miguel me dijo que pescando por Udra
había visto muchos arroaces. Y hablando del tema se acordó que cuando niño iba
con su padre en el barco a veces había escuchado el sonido de las ”bufas” y
sabía que “las bufas no hacen daño a los aparejos como los arroaces”.
Y así hablamos de cosas
relacionadas con este tema, como de la actividad lúdica como “las corridas de
arroaces por las fiestas de la Peregrina en Pontevedra”('matanza' diríamos hoy), del mandato del P.
Sarmiento a su hermano para que diese la orden de que se verificase si los
arroaces quedaban ciegos en mayo y junio, etc. Luego aparecieron nombres como
Martín Sarmiento, Calo Lourido[1], Felipe Valdés[2], etc. y, como no podía
ser de otra forma, también Bueu y los arroaces...
A lo largo de los últimos siglos hablar
en la costa gallega de arroaces, botos, bufas, delfines, toniñas, marsopas,
touliñas, etc. era hablar de cetáceos y, dentro de estos, de diversas familias,
como la de los delfinidos y casi siempre, con la mirada puesta más bien en el
mundo de la pesca y no tanto de la biología de los mismos. Una mirada un tanto
torcida pues, la mayoría de las veces, eran considerados por los marineros,
sobre todo “xeiteiros”, enemigos desde antiguo.
El arroaz o delfín mular, puede
verse por nuestras rías sobre todo en temporada de verano tras los cardumes de
sardina.
El pensamiento gallego-23_03_1897 |
Su presencia es aprovechada por
unos al servirle de guía para saber dónde se encuentra el banco de peces, que
dirección toma o facilitando el agrupamiento de este. Para otros una verdadera
desgracia, pues al querer estos alimentarse de la sardina enredada rompían los
aparejos causando un perjuicio por la pérdida de tiempo, ausencia de capturas,
reparación de las redes, etc. que se traducía en un gravísimo coste económico.
El mundo del mar muchas veces ha
tomado decisiones inclementes con respecto a estos delfínidos, actitud que casi
siempre los llevaba a solicitar al gobierno se autorizase, y se pusiesen medios,
para la total erradicación de los mesmos. Estas medidas, pocas veces concedidas
iban desde la recomendación de batidas, colocación de redes, presencia de
lanchas con tiradores, guardacostas con artillería pesada etc. hasta que
interviniese la aviación lanzándoles bombas.
Ejemplo de una de esas reuniones para
acordar cosas de este tipo la tenemos en la celebrada en Marín, a finales de
marzo de 1897, con representación de todos los puertos de la Ría onde se acordó
contratar 10 embarcaciones con dos marineros y dos tiradores cada una “en
persecución constante de los delfines, hasta extirparlos”.
A Bueu y Beluso, junto con Ardán le
correspondían 2 barcos de vigilancia.
[2] Cuadernos de estudios Gallegos, Tomo LI:”El
problema pesquero con los delfines y su persecución en Galicia (siglos XIII al
XX)”
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