Por pensar en
socialismo o por militar en organizaciones marineras se le quitó la libreta de
pesca[1].
Y, entre otras cosas, no podía trabajar en el mar, fuente del sustento
familiar. No es de extrañar que se le agriara el carácter...
Su esposa,
costurera, por hacer unas camisas de encargo fue seriamente amonestada y estuvo
a punto de ser rapada... Me olvidaba, las camisas eran del color de las juventudes
socialistas.
Y a pesar de
todo...
Escondida detrás
de un cuadro en el que los abuelos, como mudos notarios, levitaban con la
mirada perdida en el recuerdo, estaba la imagen más preciada. Imagen que representaba
libertad. Una liberta que les había costado muchos sufrimientos a ellos y a sus
hijos. Transigió en muchas cosas pero non se deshizo de la foto pues le servía
de ancla y faro de dignidad. ¡El riesgo valía la pena!
Ni cuando llegó
la “democracia” los miedos dejaron ver la faz de la ‘República’. El dolor y el
secreto se han perdido en la memoria y lo llevaron a la tumba.
Tiempo después ha
sido rescatada por la mano amiga de la familia. Pero ya no dice nada, o, si lo
dice, no se entiende, habla otro lenguaje. Un lenguaje cincelado por el miedo donde
las palabras modificaron su significado como: la “libertad de expresión” que cambiara por “Pasó la censura”; donde “república”
se entendía por “cosa o interés público de
una comunidad” cambia, irónicamente,
a “lugar donde reina el desorden”; “anarquía” pasa de “doctrina que propugna la
supresión del estado” a “desconcierto, incoherencia, barullo”, etc.
Non sé si me
gusta que la gente se envuelva en banderas pero respeto si lo hacen. Por eso
desempolvo la misma fotografía que este vecino tenía escondida para que recupere la libertad
y la luz. Y que grite, si así lo desea, lo que gustaba de pensar a su dueño, y que tiene grabado al pie
como lema: ¡Viva España! ¡Viva la República!
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